En una comedia que he leído, dos hombres de unos 50 años dialogan de esta manera:
“te das cuenta de que los jóvenes de ahora no son como éramos nosotros?”
“es verdad, mi hijo quiere todo enseguida: una posición, dinero, una casa… es muy impaciente”
“mi hijo igual! no se dan cuenta que todo lo que se obtiene en esta vida es el resultado de años de dedicación, estudio y trabajo”
“claro, todo requiere tiempo y esfuerzo, esa idea la teníamos nosotros cuando éramos jóvenes, ellos no”
“es verdad, los jóvenes buscan el éxito fácil, los tiempos han cambiado”
Imagínense que están en un vuelo intercontinental, el comandante anuncia que las cosas no van para nada bien: el avión pierde altura por problemas con los motores, por un desperfecto eléctrico. Además en la cabina está entrando agua por el techo! El comandante explica que hay tres opciones, es vital tomar una decisión en pocos minutos: regresar al aeropuerto, sin la seguridad de poder llegar, en ese caso el avión precipita; intentar aterrizar en un aeropuerto de una isla que está relativamente cerca, con los mismos riesgos y la tercera opción es tratar de descender sobre el mar, con la incertidumbre de los eventuales daños del amerizaje, el funcionamiento de los botes inflables, etc. El comandante dice que como la vida de todos está en juego, es justo que los pasajeros y los tripulantes voten, decidirá la mayoría. Qué pensarían ustedes? probablemente que el comandante se ha vuelto loco! como vamos a votar? tiene que tomar la decisión alguien que sepa mucho de aviación, o sea el comandante, con la ayuda de los ingenieros de la empresa constructora del avión, y los que están en la torre de control!
Creen que es mucho más simple gobernar la Provincia de Buenos Aires que pilotear un avión con 300 pasajeros a bordo? Un estudioso muy importante ha reflexionado sobre los vicios y las desviaciones de la democracia. Nos pone en guardia sobre los riesgos de confiar la cosa pública y otorgar un inmenso poder a quien puede no tener la capacidad para gestionarlo correctamente, éticamente. El riesgo de esta situación es siempre la demagogia, o sea la explotación del consentimiento popular por parte de personajes que están muy lejos de la búsqueda del bien común; al contrario, buscan ventajas personales, familiares y sectoriales. Para el autor, si el arte de la medicina requiere muchos conocimientos y un talento personal, en el arte de gobernar pasa exactamente lo mismo. Traza una neta distinción entre tres conceptos; ignorancia, ciencia y filosofía. La primera corresponde a la falta de conocimientos, la segunda representa el conocimiento de lo que es. La filosofía se ubica en una zona intermedia entre las dos porque se entiende como “opinión” o como especulación sobre el conocimiento de lo que es y de lo que no es. Para el autor el mejor para gobernar es seguramente el sabio, el filósofo, deben gobernar los “áristoi” o sea los mejores, los únicos capaces de guiar al Estado. O sea es partidario de la “aristocracia” (no confundir con la oligarquía). La debilidad y la insuficiencia de la legitimación mediante el consentimiento de masas es evidente, basta pensar en que fueron elegidos democráticamente Hitler, Mussolini, Stalin, Pol Pot, Sadam Hussein, Pinochet, Fujimori, Menem, Berlusconi…
El dialogo citado al principio pertenece a una comedia de Plauto o de Terencio, ambos comediógrafos activos entre los siglos I y II antes de Cristo. En casa de mi suegra en Milán he leído un libro con algunas comedias de esos autores latinos… no logro recordar cuál de los dos es el autor del diálogo citado, como al primero se le adjudican 130 obras, no es fácil determinar al autor. El diálogo demuestra lo poco que cambian los seres humanos, a pesar de los siglos nuestros problemas fundamentales siguen siendo los mismos. Y no aprendemos aunque pasen más de veinte siglos. El autor del estudio sobre los vicios de la democracia es Platón, el cual escribió La Republica a los cuarenta años, en el año 467 antes de Cristo. La actualidad de su punto de vista demuestra que la política es como decía un observador apolítico que frecuentaba la Unidad Básica (ver el Apunte con ese nombre) que estaba al lado de mi casa, Alfredo Muñoz: “la política es Pavlov, es decir depende de reflejos condicionados, muy falibles porque se basan en las emociones y en las pasiones y no en el conocimiento y la racionalidad ”
La Academia de Platón
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